La obra, estrenada este jueves en el madrileño Teatro Arenal, gira en torno a la relación entre dos desconocidos condenados a entenderse en un almacén, en donde casi nunca pasa nada, en donde los minutos, milimétricamente registrados por un gran reloj, pasan muy lentamente.
En este ambiente, el encargado (Cesáreo Estébanez) se mueve aferrado a sus pequeñas rutinas, a un orden tan minucioso como innecesario que le da la sensación de estar ocupado, mientras que el joven sustituto (Francesc Tormos) intenta adaptar la realidad a su carácter.
"Se trata de un chico joven que llega el primer día a un almacén y no sabe lo que se va a encontrar. Se topa con un señor que se jubila en cinco días, que le explica lo que se hace en el almacén, que es absolutamente nada. El otro intenta comprenderlo, quiere transformarlo todo, pero al final ambos se mimetizan y el joven comienza a parecerse al viejo", explica el director.
- El choque generacional.
Entremedias, los personajes se ven reflejados el uno en el otro, comprenden su condición y trazan un vínculo inquebrantable, la conciencia de las víctimas, la conciencia de los perdedores. "Cuando te acercas a la jubilación te das cuenta de que el muro es más duro que tu cabeza, que no cae el muro. Cuando eres joven piensas que no, que lo podrás derribar", apunta Estébanez.
"Mi personaje es un tipo que lleva trabajando 30 años y no hace nada. Sus expectativas eran otras, pero, cuando entra en el sistema, el sistema le gana, el sistema siempre gana. No gana a gente como Picasso, pero al resto nos gana. Muchas veces no se cumplen las expectativas", dice.
Para interpretar su personaje, el actor Cesáreo Estébanez, recordado por encarnar al agente Romerales en Farmacia de guardia, se inspiró en clásicos como Pepe Isbert y Rafael López Somoza, cuya forma de trabajar "se ha perdido", según él, en el actual "lenguaje televisivo".
- La tozudez de la juventud.
En la representación, le da la réplica el actor Francesc Tormos, conocido por sus papeles en series de televisión como Hospital Central o Aquí no hay quien viva. Su nuevo personaje, que entra en escena expectante, se va decepcionando poco a poco ante lo que ve, bajo la voz rota de su compañero, ante un almacén silencioso en donde no hay nada que hacer.
"Mi personaje trata de romper las reglas y de adaptar esa realidad a su propio carácter. Para mí es un reto, nunca había hecho un personaje dramático que pasara por tantos momentos diferentes. Ambos hombres tienen la sensación de que no tienen nada que ver el uno con el otro, pero luego se dan cuenta de que son muy parecidos", ha destacado el intérprete.
Por su parte, el director Juan José Afonso, que ya había llevado la obra a las tablas en una ocasión, ha subrayado la idoneidad de la pieza en tiempos de crisis. "Es un momento para hacerla, porque habla sobre el mundo del trabajo, sobre las relaciones y sobre lo que supone para alguien estar ocho horas haciendo un trabajo, al que entrega parte de la vida", concluye.
Europa Press